domingo, 14 de diciembre de 2008

El pistolero.



Curse the dark and evil day that ever I was born
(Maldito sea el día funesto en que nací)
Curse my mother's loving care that made me safe from harm
(Maldito sea el candor con que mi madre me abrazó)
Curse the day I grew to be a man and learned to love
(Maldito sea el día en que crecí y conocí el amor)
Curse the love that made me learn to hate all men
(Maldito sea ese amor que me hizo odiar a todo dios)
Curse the day that I became what I was born to be
(Maldito el día en que me convertí en lo que soy)
Curse all happy men on earth who were not cursed like me
(y malditos los que sobre esta tierra no están malditos como yo)

Take an eye for an eye they say
(Ellos dicen: cóbrate ojo por ojo)
But an eye for an eye won't pay
(pero ni el ojo por ojo bastaría)
All that's due
(para saldar)
All that's due to a man with nothing left but hate.
(la cuenta cuando uno se ha entregado al odio, sin más).

Let the sun shine upon the sins of men
(Que el sol brille sobre nuestros pecados)
Let the sun shine upon my dead long stray
(Que el sol brille sobre mi penoso errar)
Let the stars go by in the black night sky
(Que las estrellas transiten por la oscura noche)
It's a world of darkness night and day for me
(El mundo, día y noche, es oscuro para mí)

Curse the day that I was born into the world I know
(Maldito sea el día funesto en que nací)
Curse the day that I became what I was born to be
(Maldito el día en que me convertí en lo que soy)
Curse all happy men on earth who were not cursed like me
(y malditos los que sobre esta tierra no están malditos como yo)

jueves, 11 de diciembre de 2008

El Pistolero.

La compañía de Arkansas habría de conquistar el vado con relativas pocas bajas, y sumarse algunos días después a las tropas del general Johnston en Betonville, donde resultaría vencido por el general Sherman apenas una semana después. Tras la capitulación de Lee, Johnston hacía lo propio en Durham a finales de Abril. Los despojos sudistas masticaban una amarga derrota de camino al hogar. Renford lo hacía con un tobillo que nunca terminó de sanar –el izquierdo- y en la frontera de Arkansas se separó con un fuerte abrazo del viejo Witacker, quien tenía la vista puesta en Nuevo México. William Búho Anunciador, si bien había sobrevivido a las heridas recibidas en su aventura en el cauce del Wake Forest, cayó en Betonville víctima de los cañonazos.

Albert Renford tenía la impresión de que el mundo se había quedado deshabitado. Un solo vistazo en los pueblos por los que pasaba permitía hacerse una idea de la espantosa cifra de bajas que aquella encarnizada guerra se había cobrado. Y aunque se lamentaba de todo corazón por todo el horror y el sufrimiento que aquel acontecimiento gigantesco había ocasionado, jamás consentiría en tildarlo de sinsentido, como algo que nunca hubiese debido pasar, llevado por el dramatismo o por la publicidad de la derrota padecida. Mientras que había luchado abrazando una causa voluntariamente, rendido a las ínfulas de la juventud, y había visto morir a buenos paisanos, a amigos de la infancia, jamás había cedido al desaliento de estar contribuyendo a un sinsentido. Y por supuesto que regresaba con la cabeza alta, y dispuesto a acallar las bocas de aquellos que osasen menospreciar todo ese valor que los vivos y los muertos habían derrochado.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Myspace.

Cuento desde hace algunas semanas con un Myspace donde promociono mi música. El link es el siguiente:

Aguilar

¡Cuidaos mucho!

lunes, 8 de diciembre de 2008

El Pistolero.

-¡A cubierto, rápido!

El cabo Renford se arrastró hasta el terraplén desde el que el sargento Laramie gritaba sus órdenes.

-Esos perros nos están machacando…

-¿Cuántos han caído?

-Ni idea… -el cabo pegó la espalda contra la tierra apelmazada y recargó su rifle. –Con esa gatling, mejor nos olvidamos de seguir por aquí.

-El siguiente vado está a diez kilómetros, así que ni hablar de ello. ¿Qué tal la dinamita?

-Je, ¿qué clase de brazos cree que tenemos, sargento?

-¿No hay un indio entre nosotros? Dile que trabe un cartucho a una flecha, que prenda la mecha y que dispare con ese estúpido arco suyo, ¡dile que haga algo!

-Va a negarse…

-¡Si se niega, vuélale la cabeza a ese asqueroso!

Renford quiso escupir, pero tenía el gaznate más seco que la mojama, así que un hilillo colgante de sus labios fue lo único que consiguió.

-A sus órdenes, sargento.

Retrocedió a rastras bajo los salpicones de plomo ígneo que trituraban la corteza y las ramas y batían la tierra. A su alrededor, ningún confederado se atrevía a replicar al fuego enemigo, todos se mantenían con la cabeza gacha, algunos agazapados tras el cuerpo de algún compañero caído, los más afortunados detrás de saltos del terreno o de los troncos de los árboles. Las carretas de impedimenta estaban fuera del claro, y sólo atravesando un macizo de zarzas pudo alcanzarlas.

-¡Me cago en Austria y en San Petersburgo! –Albert Renford se incorporó y se sacudió el uniforme; a su espalda, un crepitar de balas rubricó su exclamación.- ¡Anunciador! ¿Dónde coño está ese sucio indio?

Ya lo sabía antes de terminar de hablar, y con paso firme se dirigió a la carreta de avituallamiento. Anunciador se hallaba compartiendo una botella de whisky con Hill Witacker, el viejo borracho de Austin, Texas.

-Malditos cabrones, estamos ahí delante arriesgando el culo y vosotros aquí poniéndoos los hocicos calientes, me cago en vuestras almas –apoyó el hombro en la carreta y le arrebató la botella al indio. Los dos bribones lo miraban divertidos.

-Por ahí no se puede pasar –opinó Witaker, que conservaba un solo diente en su boca maloliente.- Nos cerraron la puerta, nos cortaron el cabo, dieron carpetazo al asunto…

Después de un intenso trago, Renford se limpió las comisuras con la manga de la guerrera y contestó:

-Al sargento se le acaba de ocurrir una idea magnífica –lanzó unas risitas de hiena.

El cabo Albert Renford tenía un rostro cuadrado y juvenil, aniñado habría dicho alguno, con una nariz maciza y respingona, enmarcado por un cabello largo y oscuro que formaba bucles, y reportaba un aire aristocrático a su complexión fornida. Mientras reía, mantenía los ojos pequeños y acerados sobre el indio, William Búho Anunciador, un tipo risueño y con unos kilos de más, quien, con la mosca detrás de la oreja, inquirió:

-¿Qué, qué pasa, qué?

-Pasa que eres un elemento crucial para su plan, y que tienes que –soltó una carcajada-tienes que -otra más- tienes que agarrar una flecha, atarle un cartucho de dinamita, prender la mecha y disparar a la otra orilla. ¡Pum!

-Eeeh, te has puesto blanco, podrías pasar por blanco, cualquiera diría que eres blanco, Anunciador –señaló Witacker.

-No me pagan por hacer el piel pálida loco –el indio se cruzó de brazos.

Renford desenfundó en menos de un segundo y le apuntó en mitad del pecho.

-No te hagas el remolón, piel roja –dijo mostrando la mitad de sus dientes. –Me dio permiso para mandarte a criar malvas si te negabas, y además, me debes dinero.

-No te debo dinero.

-Sí me lo debes.

-No…

-¡Cállate! Vamos, coge el arco y las flechas o te postro –Y a Witacker: - ¡Tú, vieja mofeta, trae una caja de cartuchos, vamos, tú también vienes!

Un poco después los tres abordaban la embocadura del vado por la izquierda, una zona casi selvática que permanecía ajena a los intereses de la Gatling, que había dejado de escupir fuego momentáneamente. Se agazaparon bajo la languidez de unos chopos y el indio, refunfuñando, trabó un cartucho a una flecha.

-Son como treinta metros, no llegará.

-Hay que intentarlo, si no, habrá que buscar un sitio sin tanta diagonal.

-¡Indio, haz que llegue, perro!-gruñó el viejo.

Fue un momento dramático: Renford prendió la mecha y luego un par de cigarros para Witacker y él mismo, mientras Anunciador tensaba el arco con mucho cuidado y soltaba la cuerda sin demasiado cálculo. La flecha chisporroteante se levantó por los aires, bajo un cielo azul límpido de primavera, y comenzó a descender como un ave con un ala rota, hasta caer en el agua, a una distancia escandalosa de la orilla opuesta, provocando un siseo. Alguien dio la voz de alarma entre los unionistas:

-¡¿Eh, qué pasa allí, qué traman esos cabrones?!

Y no tardaron mucho en responder con sus fusiles en su dirección.

Renford, por su parte, apuntó con su rifle con mucho cuidado, y masculló mordiendo el cigarro:

-A ver si le doy a ese…

Disparó y una pizca de tiempo por detrás del estampido advino la visión de un casaca azul doblándose sobre sí mismo y desplomándose sobre unas matas.

-En todas las tripas –se sonrío el cabo. –Vámonos de aquí.

-En los tiempos antiguos, existían las catapultas, Renford. ¿Te imaginas contar con eso? Eso sería lo suyo, una catapulta, como un tirachinas gigante.

-¿Nunca te han dicho que resultas reiterativo, viejo? Anunciador, súbete a ese árbol.

-Mátame tú mismo.

-¡Que te subas! Me cago en Lincoln y en su padre, ¡estás en el ejército! ¡A cumplir órdenes, cojones!

Renford trepó también hasta la copa y se acomodó sobre una gruesa rama. El indio, a horcajadas sobre otra cercana, cargó el arco y esperó a que el cabo prendiese la mecha con su cigarro. A unos diez metros de altura, resultaban un blanco fácil, pero vista la prometedora parábola que obtenían merecía la pena asumir ese riesgo. En efecto, la flecha atravesó la distancia con seguridad y se perdió en mitad de la maleza. Permanecieron expectantes. De repente, dos o tres soldados rompieron a corretear como conejos y una explosión remató el espectáculo.

-¡A tomar por culo!-se carcajeó Renford, y el indio lo secundó.

-¿Qué ha pasado? ¿Llegó la flecha, llegó? –Witaker se agitaba alrededor del árbol como si sufriese de incontinencia.

-Vamos, otra, esta vez apunta mejor –urgió el cabo. Ya los habían divisado y se reagrupaban para soltar una salva certera contra la copa. –Venga, venga, ¿los ves? Desbándalos.

El indio disparó de nuevo. Los unionistas dejaron de apuntar y alzaron sus cabezas, contemplando entre desconcertados y maravillados el proyectil; sólo cuando comenzó a bajar en picado, deshicieron el pelotón y se lanzaron cuerpo a tierra, protegiéndose las cabezas. La dinamita estalló en terreno seco. Un gran vocerío se oyó a la derecha de donde se encontraban, y la Gatling retomó su cadencia letal.

-¡El sargento debe haber dado la orden de atacar! Anunciador, por tu madre, sigue tirando flechas. ¡De aquí nos bajamos tiesos o cuando se tome la otra orilla, no hay otra!

Seis flechas más se precipitaron contra el enemigo hasta que un aluvión de balas les obligó a desistir, al indio con el costado agujereado y al cabo con un tobillo hecho cisco. Cayeron como cocos, dando costaladas por entre el ramaje. El clamor de la refriega continuaba, pero era imposible determinar desde su posición cuál iba a ser el resultado.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Foros y partidas.

Estoy dirigiendo una partida: Aletheia, en el foro:

Espiral Onírica
.

Es un foro dedicado al juego de rol de horror Kult. Pasaos si os interesa el tema, la peña es educada. Allí me hago llamar: L'Architecte.

Por otro lado, he hecho limpieza en el nido y me dispongo a organizar algunas partidas.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Los casos de Antonio Rumor, el detective redivivo. Capítulo 1.


Aquel puñetazo había sido fulminante: Antonio Rumor se desmadejaba sin remedio bajo el posterior aluvión de golpes. Los tres matones que le estaban zurrando venían de parte de Maldonado, un mafioso que había sido comprometido por unas fotografías en su último trabajito: un político le había encargado hacerse con pruebas de infidelidad conyugal, y el amante ilícito había resultado ser el tal Maldonado. No era la primera vez que Antonio “cobraba” de esa forma, pero esos mamones se estaban ensañando.

Sorbiéndose la sangre, logró un resuello para apostrofar:

-Eh, no os lo estaréis tomando como algo personal, ¿no?

-¡Ah, cabrón! –uno de ellos picó el anzuelo. Y recalcó lo próximo con una patada en el costado: -Por fin me recuerdas, ¿eh?

-Ilústrame, hombre –gimió en cuanto recuperó la respiración.

-Por tu culpa me quitaron la paga, hijo de puta chivato asqueroso.

La existencia de un detective discurría entre los detritus morales de sus semejantes: estafadores acémilas y fanfarrones de vientre flojo solían ser los elementos más comunes del paisaje. Captó de soslayo los rasgos de su interlocutor, vulgares, incluso mongólicos. No había nada interesante que escudriñar, aquel tipo era un perro rabioso. Sus adiestrados dedos ya acometían su función: teclear dentro del bolsillo de su chaqueta el número de emergencia.

-¿Y entonces…?

-Entonces, voy a partirte el cráneo.

Y sin más dilaciones, el tipo sacó una cachiporra y comenzó a machacarle la cabeza.

martes, 17 de junio de 2008

sábado, 14 de junio de 2008

M. Night Shyamalan.

The happening me ha dejado impresionado.
Aquí dejo plasmadas unas breves reflexiones, plagadas de spoilers:

The Happening supone, según mi opinión, un punto de inflexión en la obra de Shyamalan y esto por dos motivos:

1. A lo largo de su obra fantástica, sus argumentos han ido poblándose con un número creciente de personajes, hasta presentarse casi como una obra coral en La Joven del Agua; el planteamiento de esta nueva obra, ha desmantelado esta posibilidad: la posibilidad de un grupo humano vinculado a una misma tarea, con un papel predefinido que desempeñar. The happening es la representación de una huida, de un éxodo cada vez más individual, en dirección al ojo del huracán. El marco para el desenlace de este film es crucial, porque es el lugar donde ya ha ocurrido lo que está ocurriendo, que es aquello de lo que huyen los protagonistas; es un lugar que, a causa de su moradora (una mujer aislada voluntariamente), es muy similar a lo que debió ser el Paraíso. El mundo mismo podría convertirse en un lugar tan ajeno al hombre como el Paraíso, a tenor de la reiteración del “incidente” en Francia.

“Dios era como un viento a ras de las aguas”, se nos dice al comienzo del Génesis. Más tarde, se nos habla del Paraíso y de la creación de Adán y Eva. Es inexacto pensar en el Edén como en un país de Jauja, y en los dos Padres de la humanidad, criaturas con las yemas del creador recién marcadas en su sustancia, como sacados del “mito del salvaje”. En el Paraíso, un jardín en el este, estaban plantados los árboles de la vida y de la ciencia del bien y del mal. Sería un lugar más bien hostil a los hombres, tal como se han ido devaluando tras la caída, y ello en primer lugar porque hubo sido dispuesto como hogar de los que no tienen voluntad (“Eva sí demostró tener voluntad desobedeciendo a Dios”, se dirá, pero lo cierto es que fue necesario un agente externo –la serpiente- para que esa idea fructificase en ella, y no se trata aquí de la voluntad de decidir entre dos cosas ya dadas).

2. El incidente es un suceso crudamente natural (el suceso dura dos días, y como todo lo natural, tiene un pico máximo y un descenso abrupto) que supone la supresión de la voluntad creadora en los seres humanos. Y sin duda, su efecto más sobrecogedor es que nadie puede ayudar a nadie ante esto, nadie puede impedir que alguien a su lado se quite la vida. Y más aún, a medida que las hipótesis se van sucediendo, lo que se nos antoja como un lujo en nuestra actual sociedad se va planteando como la única salvación posible: el individualismo extremo, la soledad compartida.

Ahora bien, la clave en este argumento no es que no se brinde una explicación clara para el suceso y que sólo sea una excusa para narrar acerca de las reacciones de los personajes (se ha abusado últimamente de este recurso cinematográfico, ese refuerzo de la simple sugerencia o el origen eludido, justamente porque ha sido mal entendido), sino la indagación en los efectos del suceso mismo, independiente de aquellas reacciones: el incidente se despliega a pesar de todas las teorías, interpretaciones, (super)poderes y emociones humanas. Por esto se puede hablar de ella como de una película apocalíptica (de “Apocalipsis” en su sentido de “Revelación”) –y la más lograda de las que haya visto hasta ahora, muy alejada de las superproducciones reconocidas-. Se advierte que Shyamalan no aparece en esta película, pero sigue siendo el sujeto de tales Revelaciones.

El Génesis y el Apocalipsis se concitan en el final de esta obra genial. Si bien es cierto que adolece de puntos flacos y atajos, aquí barajo la muy subjetiva teoría de que son debidos a motivos puramente externos que han afectado al ánimo del creador: antes que nada, la legión de blogueros e internautas sabelotodos que se suben al carro de ponerlo a parir, que van a ver sus pelis para luego clamar al cielo por semejante estafa, gente que hace gala de su poco ojo para el cine. Y después, las productoras que dan su brazo a torcer ante la plebe, que no se entera de nada ni va a enterarse en su puta vida, y procura obtener productos fácilmente digeribles.

Pero quería hablar del final: Hay una recreación del mito órfico espléndida y emocionante. El protagonista se entrega a la muerte más absurda –la muerte a manos de uno mismo, sin sentimiento ni duelo, como si el alma lo hubiese abandonado a uno o nunca la hubiésemos poseído- para morir junto a su amada. La música es sublime. Imagina uno muchas cosas entonces, pero que Alma, esa mujer extraña que esconde sus sentimientos, salga con la niña, queriendo compartir algo por fin… Y esa ternura sin excesos de la que hacen gala, cuando se encuentran en mitad de la naturaleza, y no saben qué decirse…

Me pregunto ahora: ¿Dios está en lo que pasa, en lo que transcurre de un modo fortuito? ¿O sólo puede asomarse a lo que ocurre cuando ya está todo cumplido? No hay nada más alejado de la idea de dios que la posibilidad de un mundo caprichoso: la Revelación que se produce aquí es la de un fin absolutamente natural del mundo, que surge de lo cotidiano, que abre ante nosotros la cotidianeidad como el océano más peligroso, más letal. Entonces, ¿podría tratarse de una película atea, puesto que es presumible que dios ni siquiera esté en el corazón de los hombres como amor?

Todo este escrito muy seguramente se trate de una sarta de incoherencias o impresiones deslavazadas o poco fundamentadas, que yo mismo pueda discutir dentro de unos días, pero me han sido suscitadas por esta película, y ese es uno de los grandes valores que reconozco en una obra.



martes, 27 de mayo de 2008

Indiana Jones.

Esto lo tiene puesto mi hermano Pepe en su subnick, y yo lo firmo y voy a pelear donde sea para ratificarlo:



Bendito sea Indiana Jones.


Y sentencia Noel en el Blog El emperador de los helados, con más razón que un santo:



Esta es una película en la que el verdadero fan se querría quedar a vivir




sábado, 24 de mayo de 2008

Las configuraciones de la Experiencia.

¿Cómo se había enterado por primera vez de la caja de Lemarchand? No lo recordaba. Tal vez en un bar; en una zanja, de labios de un compañero de desgracias. En ese tiempo era solo un rumor… este sueño de un domo de placer, donde aquellos que habían agotado las delicias triviales de la condición humana podrían descubrir una nueva definición de gozo. ¿Y la ruta para llegar a ese paraíso? Había varias, le dijeron: mapas de la interfaz entre lo real y lo mas real todavía, dibujados por viajeros cuyos huesos se habían convertido en polvo hace mucho tiempo. Uno de esos mapas estaba guardado en las criptas del Vaticano, oculto, en forma de código, en una obra teológica que nadie leía desde la Reforma. Se comentaba que otro —que adoptaba la forma de un ejercicio de origami— había estado en posesión del Marqués de Sade, que lo había utilizado durante su encarcelamiento en la bastilla para hacer un trueque con un guardia, a cambio de las hojas de papel donde luego escribió “Los 120 días de Sodoma”. Otro había sido construido por un artesano —fabricante de pájaros cantores— llamado Lemarchand, con la forma de una cajita de música de diseño tan elaborado que un hombre podía juguetear con ella la mitad de su vida sin lograr abrirla jamás.

A ver si esta propuesta es capaz de estimular vuestra retorcida imaginación:

Clive Barker expande el concepto de llave-objeto, la convierte en llave metafísica que permite a los insatisfechos, a los obsesos o a los dementes sin sofisticación, torcer el mundo para que se ajuste a la forma de sus sueños, cruzar al otro lado del Cisma y acometer las enseñanzas de la Orden de la Incisión, satisfacer el anhelo de “hablar con el fantasma de algún antiguo amante que murió antes de que naciera el dios del amor” (tal como dicta la cita al comienzo del relato largo: El corazón condenado)…

Clive Barker insinúa la existencia de muchos otros objetos que no son sólo un mapa de ruta, sino la ruta misma: un trozo de soga transido de complicados nudos vetustos, una obra teológica codificada conservada en el Vaticano, un ejercicio de origami que perteneció a Sade, la propia caja de Lemarchand, y acaso existan otros enigmas como un crucigrama cuya solución abriese el cerrojo del jardín del paraíso, o un rompecabezas cuya culminación permitiese el acceso al País de las Maravillas.

Os conmino a que compongáis, oh comentaristas insignes, reseñas de acertijos para desquiciados que tuviesen efectos similares, hacia qué lugar conducirían, qué personajes convocarían…

Radio-relatos.

El falso documental me atrae. La radio, el medio más literario sin duda, me disloca. Las pelis de zombies son de mis favoritas. REC me alucinó. Os propongo este juego literario:

Picasso Fm.

Radio retransmitiendo desde Tarragona.

Miércoles, 30 de abril.

9:05 de la mañana.

LOCUTOR: - No sabemos… No tenemos noticias claras de lo que está ocurriendo. En las calles todo es un caos desde esta pasada noche. Permanezcan atentos a nuestra emisora. A ver, tenemos una llamada de un oyente. ¿Diga, diga? Javier es usted, ¿verdad?

OYENTE: - Sí, sí. ¿Estoy… estoy en antena? ¡¡Dios santo, dios mío, esto es una tragedia, el fin del mundo, la gente se ha vuelto loca!!

LOCUTOR: -Cálmese, cálmese, por favor. ¿Qué está ocurriendo ahí? ¿Qué puede contarnos?

OYENTE: -Sí, sí, lo siento. Llamo para decir que no salgan de sus casas, que quien nos esté oyendo se encierre en casa y lo asegure todo, puertas, ventanas, todo… ¡La gente se ha vuelto loca! Van por ahí corriendo y haciendo migajas a todo el que cogen. ¡Que no salgan!

LOCUTOR: -¿Pero qué hacen, qué le ha pasado a usted?

OYENTE: -Esta mañana, bien temprano, el coche no me arrancaba. Menos mal que no, que si no… ¡Ay, dios mío, mi mujer, mis hijos, no quiero ni pensar qué hubiese ocurrido! Bueno, eso, entré en el garaje a coger el coche de mi mujer y oí unos gritos en la calle. Nada, fue asomarme y ver venir corriendo a dos tíos cubiertos de sangre de pies a cabeza, ¡de pies a cabeza! Claro, así a bote pronto, creía que eran víctimas de un accidente o algo, pero qué va, se me echaron encima y me asusté, se me echaron encima, me cagué en lo alto, ay dios santo, no me dio tiempo ni a bajar la puerta de la cochera, me eché a correr hacia dentro, iban a por mí, iban a matarme, entré por la puerta de la cocina y la cerré justo a tiempo, porque empezaron a estamparse contra ella. Menos mal, menos mal que el año pasado cambié la puerta de aluminio endeble por una de esas ignífugas, que si no, ya estaban dentro esos hijos de puta. Estuvieron ahí machacándose hasta que se hartaron y se fueron. No decían nada, nada, quiero decir que no eran unos chorizos, unos vándalos. Estaban como… como poseídos, como en las películas de terror. Me puse a llamar a la policía, pero siempre saltaba el contestador. Mis hijos, mi mujer se habían levantado, estaban ahí temblando y llorando… Y entonces sonó un trompazo enorme. Nos asomamos a la ventana del salón. ¡Dios santo, dios santo!

LOCUTOR: -¿Qué, qué?

OYENTE: - Un coche se acaba de estrellar contra el chalecito de enfrente, había entrado en la terracita y se había empotrado contra una columna. Había dos personas tiradas en la calle. Llamé otra vez a la policía, pero igual. Mi mujer empezó a gritar. Miré otra vez en la calle y ¡dios del cielo! llegaban tres o cuatro personas desquiciadas a todo correr y empezaron a sacar al conductor del coche accidentado por la ventanilla, a tirones, y empezaron… empezaron a reventarlo allí mismo. ¡¿Qué coño está pasando?!

LOCUTOR: -¡No sabemos, Javier, no sabemos nada aún! Las centralitas oficiales están colapsadas. Internet no funciona. Llámennos, por favor, si saben algo, si les pasó algo y pueden contarlo, utilicen su móvil para ponerse en contacto con nosotros. Permanezcan atentos a la radio. Estamos seguros de que pronto tendremos una explicación para esto que está ocurriendo.

(La radio aguarda vuestras relato-llamadas, avezados comentaristas.)

viernes, 9 de mayo de 2008

To be over. Yes. Relayer.

Este gran tema de Yes me inspiró la obrita que da nombre a este blog. Fue en un verano que recuerdo con mucha nostalgia; la juventud parecía interminable y un juego de la imaginación.


We go sailing down the calming streams
Drifting endlessly by the bridge
To be over
We will see
To be over

Naveguemos corriente abajo
Calmosamente a la deriva,
bajo las arcadas del puente
Y estaremos listos
Comprobaremos que estamos a punto

Do not suffer through the game of chance that plays
Always doors to lock away your dreams
Think it over
Time will heal your fear
Think it over
Balance the thoughts that release within you

No sufras por las opciones que dejemos atrás
Como si fueran puertas que nos apartasen de nuestros sueños
Cree que el tiempo disipará tus miedos
Medítalo
Equilibra los pensamientos que se desatan en tu interior.

Childlike soul dreamer one journey
One to seek and see in ev'ry light do open
True pathways away

Soñador con alma de niño
Sueña un viaje en que buscar y descubrir que
en cada haz de luz se inaugura un sendero auténtico

Carrying closer go gently
Holding doors will open everyway
You wander true pathways away

que nos con delicadeza nos transporta
hacia las puertas que, irguiéndose, conducen a todos los sitios
Ahora peregrinarás por senderos verdaderos.

After all your soul will still surrender
After all don't doubt your part
Be ready to be loved

Y al finalizar, tu alma aún habrá de rendirse
pero nunca dudes de que esté lista para ser amada.

jueves, 8 de mayo de 2008

Capítulo 1.

1. Huída de Arvenia. Noche de tormenta. Los endriagos del Gerión: la Guardia Mutilada. La heroicidad de Nieder Leenden.

En la noche tempestuosa, tres de aquellas cosas con la cualidad de pólipos tentaculados se derramaban por los tejados de la ciudad de Arvenia. Un relámpago crepitó en los cielos y las iluminó: aunque había porciones de humanidad en ellas, eran las mínimas. Una mano ansiosa señaló con un dedo la ventana iluminada de una buhardilla al otro lado de la callejuela. Comenzó a llover. Las formas se precipitaron en el vacío y aterrizaron con sonidos chasqueantes en las tejas, docenas de las cuales se desprendieron y se hicieron añicos contra el empedrado. Los tentáculos de uno de los asaltantes destrozaron los cristales y lo deslizaron hacia el interior para encontrarse… ¡Con nadie! ¡Las presas habían huido! El lugar estaba atestado de material científico. Un grueso volumen se hallaba abierto sobre el escritorio. De pronto, un siseo dio la alarma en el exterior: una de las criaturas había divisado a los fugitivos a un par de calles de distancia. Sin perder un segundo, los endriagos se lanzaron en pos de ellos.

El profesor Grauber frisaba los sesenta años de edad y aquella repentina lluvia tumultuosa le martirizaba las articulaciones. Sus dos acompañantes hacían lo posible por que no aminorase el paso. Los hangares quedaban ya cerca, pero no lo suficiente como para sentirse a salvo. Para colmo de males, Nieder Leenden, su ayudante, creyendo haber escuchado un estrépito, forzaba aún más la marcha.

-No puedo más… - Hauff Grauber trastabilló y se quedó apoyado en una esquina.

-Ánimo, profesor, falta poc… - Nieder Leenden calló de forma súbita. Su rostro empapado estaba vuelto hacia lo alto. La lluvia arreciaba y los rayos se intensificaban. Acababa de descubrir siniestras siluetas que saltaban y salpicaban por los tejados. -¡Rápido, profesor! ¡Nos han visto!

La carrera subsiguiente fue imposible de procesar para Grauber, de miembros desmañados y azotados por el vértigo, y sólo el pánico y la energía de Nieder Leenden pudieron sostenerla. El pequeño dirigible –el casco de una elegante barcaza- se hallaba preparado para el viaje desde el día anterior. La razón para demorarlo se había debido a unos inaplazables ajustes en el revolucionario artefacto del profesor. Nieder Leenden lo ayudó a subir por la escala y él mismo se disponía a hacerlo cuando unos ladridos-bufidos-llantos-gimoteos resonaron en el umbral del hangar. Giró sobresaltado la cabeza y descubrió a tres sicarios del Gerión, el gran sacerdote de taumaturgia, abalanzándose hacia ellos con movimientos untuosos y ondulantes. Aquellos endriagos que otrora fueron hombres, habían sucumbido al poder que suponían el inflingirse la auto-mutilación y la atadura de entidades supranaturales: sólo un resto de carne nacida de mujer habían tenido el cuidado de conservar, para no ingresar por completo y sin remedio en el otro oscuro mundo, mientras que todo lo cercenado había resultado sustituido por apéndices imposibles, de consistencia apenas material, lúbrica y estomagante.

-¡Demonios! –escupió Nieder y se apresuró a subir. - ¡Suelte las amarras de babor, profesor!

Los endriagos ya se encaramaban a la nave. El esforzado joven se había hecho con un bichero y golpeaba sus masas serpenteantes mientras que Grauber cortaba las amarras con un destral. De inmediato, el dirigible se elevó de un modo abrupto de aquel lado.

Si embargo, uno de los atacantes había conseguido izarse hasta la cubierta y acorralar al profesor, y los otros dos casi lo habían conseguido. Por un milagro, el vuelco hizo que un tonel de agua rodase y se estampase contra estos, devolviéndolos de nuevo a tierra. Nieder tomó una decisión a la desesperada y, confiando en el destino, procedió a desclavar las bitas de estribor haciendo palanca con el bichero. La última se desprendió por fin con un crujido de la borda y el dirigible se alzó con una violenta sacudida.

Manteniendo a duras penas el equilibrio, corrió a auxiliar al profesor, quien procuraba alejar de sí a la aberración por medio de torpes hachazos. Nieder Leenden lanzó un aullido desesperado y acertó con su arma en un brazo todavía humano, sus partes más vulnerables. El endriago aulló y, encarando al audaz, lo aprehendió por el cuello con uno de sus sinuosos apéndices. Nieder se vio zarandeado por los aires y arrojado brutalmente sobre la cubierta; su cabeza rebotó cruelmente contra el mástil y ya no se movió.

No fue en vano su arrojo: había dado oportunidad al profesor de dirigir un certero golpe contra la frente desnuda del endriago. La cosa quedó unos segundos perpleja, tratando de mirar el filo que penetraba en su cráneo, y finalmente quedó esparcida en el maderamen entre débiles convulsiones.

El dirigible abandonó el hangar ante los gritos frustrados de los dos endriagos y pronto, sacudido por rachas de viento y lluvia, se suturó a la piel de la noche.

lunes, 28 de abril de 2008

Nota.

¡Saludos, potenciales lectores de mi blog!

Estoy a punto de publicar las once entregas que componen el extenso relato: Las aventuras de Nieder Leenden y el piloto manco.

Si os gusta dibujar y alguno de los pasajes os inspirase unos trazos, me gustaría que compartieseis vuestros trabajos conmigo, de modo que podamos ilustrar esta historia de amor y odio que transcurre en un mundo post-apocalíptico, próximo al género steampunk y con elementos lovecraftianos. Sería todo un orgullo para mí.

Por supuesto -no hace falta ni decirlo pero lo digo-, vuestra autoría iría reseñada escrupulosamente.

Espero vuestros dibujos. Enviádmelos al nido.

domingo, 27 de abril de 2008

Las aventuras de Nieder Leenden y el piloto manco.

ÍNDICE.
1. Huída de Arvenia. Noche de tormenta. Los endriagos del Gerión: la Guardia Mutilada. La heroicidad de Nieder Leenden.

2. El Gerión y Destemplado. La hecatombe que propicia el avión más rápido. A la caza de los fugitivos. Aria del Gerión I

3. Detención en Sparagmos para las oportunas reparaciones. El Corazón del científico. Griffin Nest y las Bacantes. Confrontación con Nieder y el relato del naufragio.

4. Aria de Griffin Nest. Destemplado les da alcance. Peripecia en las alturas.

5. El Gerión anda previniendo a La Maraña contra el asentamiento científico en Fragmentaria cuando le llegan noticias del fracaso. Aria del Gerión II. La sombra sobre Arvenia.

6. Aria de Nieder Leenden. De la “infidelidad”. Se descubre la verdadera naturaleza del profesor Grauber. Recuerdos ingratos: la verdadera naturaleza de Susana. El abordaje del traidor y la llegada a Grifusa, en tanto que no se halla rastro de Griffin.

7. En el templo de taumaturgia: el Gerión, el traidor y el héroe. Se revela el descabellado plan. La transferencia. El traidor rumbo a Qualem, la isla misteriosa. Nieder es dispuesto junto con un millar de esclavos para el sacrificio. La guerra inminente.

8. ¡Griffin al rescate! El mejor de los pilotos. Griffin y Destemplado saldan sus cuentas. La verdadera naturaleza del Gerión: aria del Gerión III.

9. Aterrizaje suicida sobre la cubierta del dirigible. Desconectar la vida eterna. Viraje para impedir la catástrofe.

10. Irrupción del Gerión a través de los cúmulos flamígeros sobre Fragmentaria. La muerte no evitada de Grauber. El espeluznante sacrificio de Nieder Leenden. Griffin diríase que amonesta al ofuscado Gerión.

11. Fin de las hostilidades. “La veo cómo realmente es.” El brazo sobre la cubierta. El cadáver irrecuperable musita las claves.


domingo, 20 de abril de 2008

Retorno a los Mares Topográficos.



(Nueva Caledonia es un territorio dependiente en Oceanía que forma parte de la República Francesa, pero no de la Unión Europea (UE). El territorio, situado en el suroeste del Océano Pacífico, está compuesto de una isla principal y varias islas más pequeñas a su alrededor.)


(Jon Anderson e Yngwie J. Malmsteen sobrevuelan en una avioneta Nueva Caledonia, mientras conversan acerca de un proyecto musical en común: The topographics ocean 2.)

Jon: sí, iewigw

Yngwie: eeh, jon qué te parece? un proyectito guay, no?

Jon: si,a mi me mola,solo voz y guitarra, asi como las cosas q hice con kitaro, pero en plan jevi

Yngwie: hum, sólo voz y guitarra? y qué hago con el cacho de batera que tengo? además, tenía pensado meter un single, una versión del dont kill the whale a jierro

Jon: bueno...cacho de batera...eso lo diras tu, pq a mi no me simpatiza como la toca

Yngwie: que no te simpatiza? dime un batera mejor que ese

Jon: bruford

Yngwie: a ese no lo conozco

Jon: es q....es muy jevi para mi

Yngwie: bueno, ahí ya me callo pero tú tienes una voz así finita pa llegar a mis escalas, bueno, tío ya lo iremos viendo ya te paso las composiciones y tú las vas probando lo que te iba a decir... tú cómo haces para mantenerte así de finito? yo es que me he puesto como una nutra

Jon: iwie creo q he bebido demasiado vino,no me encuentro bien

Yngwie: qué te pasa, ya te has metido otra vez?

Jon: si,si,pero no se lo digas a nadie,en eso se fundamenta mi buen parecer ufff estoy hecho una cebolla

Yngwie: qué raro, eres tío

Jon: como lo sabes

(El piloto anuncia el inminente aterrizaje en una pequeña islita de nueva caledonia)

Jon: ahh,pero ya llegamos?

Yngwie: bueno, jon y qué dices que me ibas a enseñar aquí?

Jon: se mi ha hecho taco de corto el viaje

Yngwie: uff, a mí me duele la rabadilla una mijilla

Jon: hace lo menos 15 de años de la ultima vez q estuve aqui

Yngwie: y qué? cómo está?

Jon: joder esto esta taco de cambio, esta lleno de turistas cafres,no me mola nada

Yngwie: ná, el ambientillo... está bien, hombre, ambientillo

Jon: ademas no llevo opio encima (del bueno, como el de aquellos tiempos)

Yngwie: coca no gustas? yo llevo encima, unas cartillas

Jon: si,si, pasame unos cuantos graznates

Yngwie: ea, qué te parece en el cuarto de baño de ese restaaauraaant

Jon: si,si, q guay

(Se meten en el cuarto de baño a jugar unas rayuelas y salen revivificados.)

Jon: bien,bien

Yngwie: y ahora qué, jon?

Jon: entonces,para q querias q te acompañase? q querias q te enseñase?

Yngwie: qué sé yo, yo estaba en noruega tocándome el mástil y tú me llamaste y tal

Jon: es tu primera vez aqui, no?

Yngwie: sí sí, en mi vida estuve yo aquí, ya ves, ni me lo creo -voy a tenerme que pasar por el national bank para sacar algo de pastora, eh, he venido con lo puesto

Jon: vamos, deja el magnacio y la coca para mas tarde...para mejor ocasión, voy a llevarte a ver la cuadrilla de los hombres marrones. Ves... alli abajo junto al helipuerto, esa pequeña senda camiseta de mangas corta? esa senda lleva al poblado de los hombre marrones, esa sera nuestra primera aventura

Yngwie: yeah all right , los hombres marronses, vamos allá

Jon: mira, el tema de los yes, el roundabout... fue compuesto en referencia a ese tipo q alli ves, el de las piernas endebles, finas como sol de invierno, el es quien tiene las llaves del poblado de los hombres marrones, solo si le caes en gracia permitirá tu entrada al poblado

Yngwie: ea, pues vamos, más graciosos que tú no los conozco

Jon: has de resultarle grácil, interesante, exótico, has de hacerle reír... mira q es hombre harto resabiado

Yngwie: ojú, mal empezamos. Bueno, vamos, qué remedio

Jon: jejejjejejje y yo puedo ayudarte... no

Yngwie: no me vas a ayudar?

Jon: es cosa individual...

Yngwie: vale, vale

Jon: atiende de uno en uno

Yngwie: si no me da la llave, le meto asín un atragantón...

Jon: tranquilo iwi, confio en ti, se q vas a conseguirlas

(Entonces Yngwie va muy decidido hacia el tipo de las rodillas pochas, custodio de la llave del poblado de los hombres marrones)

Jon: si, si

(y se va acercando y acercando...)

Jon: hazle magia, eso le hará reír

(y se va acercando... y a pocos pasos hace como si trastabillase y se cayese al suelo)

(jajajajajajajajajajajajajaja, se ríe el resabiado, que gusta de espectacular desgracias ajenas o ridículos)

Jon: bien,bien, lo lograstes, perfecto...perfecto!!! Has dado en el clavazo! si algo le hace gracia es la sorpresa, lo inesperado...

Yngwie: soy el capitán spectacular

(El tipo pone la llave en su mano)

Jon: yo....bueno, ya he pasado, ufff, que fácil lo he tenido, no he tenido q hacer nada....puaj, el viejo, simplemente me recordó y ejecuto una sonrisa, se acordó de aquello q le hizo gracia aquella y única vez... oofu, guay bueno....continuemos ostiaaaaaaaaaaa esto q es.....no hay camino!!!!! q de vegetacion!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! el camino se ha perdido entre una nube de jaramagos

Yngwie: por joe lynn turner! adónde me has traído?? y no hemos traído ni machete ni nada te acuerdas de por dónde es?

Jon: lo único q se es q es todo dirección norte, se q es hacia allá, de eso estoy seguro

Yngwie: mira, yo sé una cosa de vivir en noruega: que los alcopisteles siempre señalan con sus aranceles hacia el norte, has visto? sígamos sus indicaciones

Jon: sii

(Pero la marcha es muy dura, porque tienen que vadear una espesura)

Jon: ufff,estoy viejo iwi,estoy ya cansao,ademas tengo tos los pelos arañaos,me duelen los riñones

(Jon empieza a canturrear nous sommes du soleil)

Yngwie: estás viejo, eh? qué edad puedes tener tú?

Jon: joder iwi, no se, tal vez debamos dar media vuelta, el poblado estaba bien, pero bueno...tampoco es gran cosa, no era mas q un grupo de hombres marrones q saltaban y reían sin cesar, eso si, emitiendo unas risas de una sonoridad encantadora, en el tema ancient incluimos algunos extractos, después en los créditos del álbum vendimos la mula de q escuchar esas risas era beneficioso para la meditación y demás, ya sabes,patochadas. Como estas iwi?

Yngwie: bien, bien, un poco sudado, entonces desistimos? en el poblado ese sólo había hombres, ninguna chica? si es así, desistimos

Jon: no, no había chicas, vayámonos de aquí pitando

Yngwie: ya estoy harto de locales como el ant de noruega, vámonos de aquí

Jon: y quien sabe a lo mejor ya no hay ni poblado ni na

Yngwie: todo esta paja es por los navos que hay en el poblado ese, na más que navos

Jon: entonces............ufff vayamos al poblado de las nodrizas sindrome de down

Yngwie: ojú, hermano, tú eres raro, eh, eso no está penado en oceanía? vamos a hablar con el dueño del Malnacío, a ver si damos un concierto

Jon: si, es q en aquella época ufffff recuerdo q una noche regresando a nuestro hostal steve howe se sintió indispuesto, paramos la furgona... veíamos q no regresaba, antoñito wakeman se bajo a buscarlo y llegaron los dos con una chavala síndrome de down desnuda!!! al parecer la jipi les había dao una droga local llamada tuercerebro, uffffff

Yngwie: ooostia, la virguen

Jon: venían los dos con los ojos rojos como las llamas del infierno y reían más q miguelito el de la entrepierna, total,la jipi nos llevo a su poblado y estuvimos toda la cuadrilla follando a diestro y siniestro tooooooooooa la puta noche

Yngwie: qué asquerosidad

Jon: jejejjejejjejejejejejejjejejejejejje

Yngwie: y esas son las famosas juergas de los 70?! Anda, tira millas de mi lao, so asqueroso follándose mongolitas con el cerebro perdío

Jon: buueeno, nosotros los yes, tampoco fuimos una banda follarina, tuvimos lo nuestro

Yngwie: ná, si eso era lo que follabais, mejor no propalarlo, no

Jon: pero....iwi, aqui....en estos lares en aquella época no había ni cristo

Yngwie: bueno, bueno... me da igual, qué te parece lo del conciertito ese? sabes de alguien que te pueda prestar una guitarrita? nos ponemos ahí en la placita esa y pasamos la gorrita esa que llevas

Jon: venga

Yngwie: hacemos algunas de deep purple, tú te sabes alguna de ellos?

Jon: por aquí cerca recuerdo q había un hostal así lleno de jipis, de viajeros, bohemios y demás, lleno de gente curiosa ,seguro q alguien tiene una guitarra...

Yngwie: ea, dirijámonos hacia allá

(Van hacia el hostal mientras Jon va comentándole a Yngwie que de purple está cortito con papas)

Yngwie: led zeppelin entonces? a esos los conoce to dios

Jon: el child in time?

Yngwie: te sabes ese?! moola

Jon: si, si

Yngwie: palaaante

Jon: me vi a dejar la voz

Yngwie: ná, hombre, tú llegas sobrao, no ves que tíes la voz muy agudita

(Empiezan a tocar...se acercan un par de viejos de rostro serio, y le quitan la guitarra a Yngwie y a Jon la gorra)

Yngwie: esto qué es esto qué es, sueerrta la guitar, ladrón!

(Corren tras el q se lleva la guitarra, parece q lo tienen a tiro, pero en el ultimo segundo, el viejo da un acelerón que hace que se pierda en el tiempo...

Jon: uffff, na iwi, la hemos perdio

Yngwie: esto cómo va a ser!! que era un viejo!

Jon: uffff, un viejo, pero con poderes

Yngwie: ya no triunfamos, jon...

Jon: bueno, q le vamos a hacer, hemos tenio suerte: el dueño de la guitarra lo ha visto to y parece q nos perdona

Yngwie: si yo tocaba mejor que paco de lucía, si yo lo curraba, que lo decía un tipo de la Helvetia... va, va... no pasa nada, ya me siento... un poco... mejor

Jon: si, no pasa na, la gorra tamien la perdí, el otro viejo corrió hacia el otro lao, y ya no se donde carajo esta

Yngwie: ofú, quillo, está saliendo todo regular, eh

Jon: ufffffffffffffffff esto hay q remediarlo

Yngwie: vamos a comer algo antes, qué es lo típico aquí, que me ha entrado gusa

Jon: si, yo voy a comer una papas verdes con vinagre, es lo único prácticamente q aquí comen

Yngwie: hum, no comen pescado?

Jon: es q para estas gentes los peces son criaturas sagradas y ni tocarlas, como ves el mar esta poblado de criaturas, pero ni se te pase por la cabeza pescar una de ellas

Yngwie: ajá, y no será que cada vez que salen a pescar mueren tres porque son torpísimos y así quién va a pescar?

Jon: tamien,tamien

Yngwie: bueno, da igual, vamos a darles a las papas arpías esas

Jon: mas bien será por eso

(La comida les disgusta y es bastante cara.)

Yngwie: nueva caledonia es un mojón

Jon: si, si, bueno, es q tamien, de momento, solo estamos andurreando por las zonas mas populares, mas turisticas, ya te dije q esto parece otra cosa... todavía no hemos entrado en lo mas interesante, q te apetece ahora?

Yngwie: bañarme en la playa, que me siento el cuerpo aguacatado

Jon: venga

(Van a una playa de arena fina fina que Jon conoce)

Jon: y ahora q? recuerda q aquí... en esta época del año no anochece.... por lo q tal vez no te de mucha sensación o gana de dormir

Yngwie: ná, tío, en verdad esto está tela de guapo, eh, duelen hasta los ojos con tantísima luz azul

Jon: la virgen uffff q playón!! había olvidao este azul ufff

Yngwie: pégate un chilliíto, jon, a ver cómo suena

Jon: fite como me he quedao, yo acostumbrao a las playas q tengo allá en brighton

Yngwie: en brighton las playas son como pasillos , pero menos da una piedra

Jon: q además de ser feas como ellas solas, allí no se baña ni cristo de lo fría q esta el agua

Yngwie: aro, pero fite aquí, en pleno trópico de capricornio

Jon: la virgen

Yngwie: de capricornio es, no?

Jon: q cante iwi?!! si se me ha quedao el gaznate tibio de tanta belleza

Yngwie: sí, y aquí no hay ni un alma, eh, ni cristo

Jon: q va, nstiaaaa

Yngwie: fiite, fiiite jon, qué cositas más curiosas

(jon se queda desnudo y se dispone a darse un bañazo en el mar)

Yngwie: ejem ejem, quillo, que esto no es una playa desnuda

Jon: jejejejejej






Yngwie: además, te va a ver la chavala esa...

(jon desaparece bajo las aguas)

Yngwie: qué cabrón

(total, que él también se queda en pelota picada y se va también pal agua así chuleando pa que lo vea la chavala, pero ha perdido bastante…)

(Jon sigue desaparecido bajo las aguas)

Yngwie: Jon, eh Jon

sal, cabrón

iilloo

saaal

a ver si te va a pasar algo

Jon?

...

...

...


sábado, 19 de abril de 2008

Prólogo.

De los papeles manuscritos de Jean-Martin Charcot 1:


Conocí al matrimonio Valdemar en el 65 en una demostración de sonambulismo 2 realizada en París por Charles Lafontaine 3, continuador de las doctrinas del marqués de Puysegur , discípulo del incomprendido Franz Anton
Mesmer 4. Don Gonzalo Valdemar era un armador portugués, residente en las Islas Azores, concretamente en la ciudad de Ponta Delgada, en la Isla de San Miguel. Después de la actuación del suizo, fuimos a cenar al Grand Véfour; al parecer su interés por el estudio de la psique humana les había llevado a descubrir algunos de mis escritos. La velada transcurrió de forma muy agradable, pero por lo demás, nada extraordinario había de hacer que la reseñara en mi memoria.

Al año siguiente recibí una carta de ellos. Me pedían que fuese a visitarles con motivo de un caso clínico. Su hijo de 17 años, Ernesto Valdemar, estaba aquejado de una enfermedad mental. Decidí tomarme unas vacaciones y pedí una excedencia en mi lugar de trabajo, l’Hôpital de la Salpêtrière.

Ernesto Valdemar era un muchacho espigado, de cabello, tez y ojos oscuros, bien parecido, de porte distinguido y gráciles movimientos. Si bien su madre se preocupaba por que vistiese como un caballero portugués, como convenía a su condición, él se obstinaba en disfrazarse del marinero más vulgar del puerto de Ponta Delgada. Se le daban bien los idiomas, pero rehuía el saber institucionalizado, y prefería la compañía de estibadores y carpinteros marítimos, de grumetes y oficiales de cantina. Era un joven apasionado por la vida en el mar. De estas disposiciones de su espíritu me informaron sus padres, porque en el tiempo en que yo lo conocí permanecía postrado en la cama, consumido por la fiebre. Los doctores que le habían examinado no habían sido capaces de hallar una dolencia física que explicase su estado. Sus padres, interesados por la ciencia mesmérica, habían pensado en recurrir a alguien serio, no a un charlatán de feria como Lafontaine, lo cual me honraba.

Permanecí junto al muchacho algún tiempo, administrándole cortas dosis de láudano para aplacar a su torturada psique. Cuando lo vi lo suficientemente repuesto, procedí someterlo a la hipnosis, ya que él no sabía expresar con sus propias palabras el motivo de sus quebrantos. En la primera sesión, se hallaban presentes sus padres, así como un secretario que transcribiría toda la conversación. Por suerte, su francés era bastante bueno y no había necesidad de intérprete. Unos pocos pases sumieron a Ernesto en el sueño mesmérico. Su respiración se hizo inmediatamente más fácil y parecía no padecer ninguna incomodidad física.

Ch. - ¿Duerme usted?

E. - Sí..., no; preferiría dormir más profundamente.

Ch. - (Después de algunos pases.) ¿Duerme ahora?

E. - Sí.

Ch. – Dígame si ve alguna cosa.

E. – Sí (el paciente titubea).

Ch. - ¿De qué se trata?

E. - ¡Oh, horror de horrores! (El paciente se estremece, se le demuda el semblante.)De repente el hielo se abre a derecha e izquierda y giramos vertiginosamente en inmensos círculos concéntricos, rodeando una y otra vez los bordes de un gigantesco anfiteatro, el ápice de cuyas paredes se pierde en la oscuridad y la distancia. ¡Pero me queda poco tiempo para meditar en mi destino! Los círculos se estrechan con rapidez... nos precipitamos furiosamente en la vorágine... y entre el rugir, el aullar y el atronar del océano y de la tempestad el barco trepida... ¡Oh, Dios!... ¡y se hunde...!

(Charcot interrumpe la primera sesión.)

Ernesto estaba muy agitado. Le proporcioné un poco de láudano en su bebida para que descansase. Una sensación de déjà-vu me había asaltado.

-¿No les resultan familiares esas palabras? –pregunté a sus padres. Pero su respuesta fue negativa.

Al día siguiente, llevé a cabo una segunda sesión:

Ch. – Ayer mencionó usted un desastre en el mar, ¿lo recuerda?

E. – No.

Ch. – De acuerdo… Dígame dónde se encuentra.

E. – En Nantucket.

Ch. - ¿Cómo dice? Repítalo, por favor.

E. – En Nantucket.

(Charcot pide al señor Valdemar que traiga un Atlas.)

Ch. – Así que en Nantucket… “Una isla de 30 millas al sur de Cape Cod, Massachussets, en los Estados Unidos. Junto con las pequeñas islas de Tuckernuck y Muskeget conforma el condado de Nantucket. ¿Cómo puede decir eso? ¿Quién cree que es?

E. – Mi nombre es Arthur Gordon Pym. Mi padre es un respetable comerciante de pertrechos para la marina, aquí en Nantucket. Mi abuelo materno es procurador con buena clientela. Al cumplir los seis años me envió a la escuela del viejo Mr. Ricketts, un señor manco y de costumbres excéntricas, muy conocido de casi todos los que han visitado New Bedford. Permanecí en su colegio hasta los dieciséis años, y de allí salí para la academia que Mr. E. Ronald tiene en la montaña. Allí me he hecho amigo íntimo del hijo de Mr. Barnard, capitán de fragata. Augustus, que tiene casi dos años más que yo, fue a pescar ballenas con su padre a bordo del John Donaldson, y siempre me está hablando de sus aventuras en el océano Pacífico del Sur. Al fin, he acabado interesándome por lo que me contaba, y gradualmente he ido sintiendo el mayor deseo por hacerme a la mar. Poseo un barco de vela llamado Ariel. Con esta embarcación cometemos las locuras más temerarias del mundo, y hasta me maravillo de seguir entre los vivos. Una noche de borrachera no muy lejana, en plena tormenta nos arrolló el ballenero El Pingüino, capitán E. T. Block, de New London. Por fortuna, uno de los pernos que sujetaban la madera del casco se había salido abierto paso a través de la chapa de cobre, y había detenido mi marcha cuando yo pasaba por debajo del barco, inconsciente, fijándome de modo tan extraordinario a su fondo. La cabeza del perno había atravesado por el cuello la chaqueta de lana verde que llevaba puesta, y me había rasgado la parte posterior de mi cuello entre dos tendones, hasta la altura de la oreja derecha.

Ch. - ¡Arthur Gordon Pym! Ah, cómo no, ¡cita usted a Poe! También yo me extasié leyendo sobre esas aventuras en el polo sur. Imagino que ese lance casi fatal no le hizo cambiar de parecer en cuanto a lo de hacerse a la mar…

E. – ¡Al contrario, nunca he experimentado un deseo más vivo por las arriesgadas aventuras de la vida del navegante que ahora, una semana después de nuestra milagrosa salvación! Y es que, cuando más me entusiasmo en favor de la vida marinera es cuando Augustus imagina y describe los momentos más terribles de sufrimiento y desesperación. Me intereso escasamente por el lado alegre del cuadro. Mis visiones predilectas son las de los naufragios y las del hambre, las de la muerte o cautividad entre hordas bárbaras; las de una vida arrastrada entre penas y lágrimas, sobre una gris y desolada roca, en pleno océano inaccesible y desconocido.

Ch. – No podía ser de otro… Pero, como bien sabrá, estas visiones o deseos son comunes entre la clase harto numerosa de los melancólicos.

E. – Yo las considero tan sólo como visiones proféticas de un destino del cual siento su próximo cumplimiento. Augustus está totalmente identificado con mi modo de pensar.

(Charcot suspende la sesión.)

Estaba maravillado. Tenía entre manos un presunto caso de regresión hipnótica. Sólo que el muchacho parecía haber memorizado milimétricamente aquella novela de aventuras que yo también había devorado en mi juventud. Y más que memorizado, habría que decir “asimilado”, porque la narraba como si se encontrase en los prolegómenos de la historia que aún estaba por contarse. La historia, inconclusa, se podría resumir así:

El protagonista, el joven Arthur Gordon Pym de Nantucket, se embarca clandestinamente en el barco ballenero Grampus. A bordo hay un motín. Augustus, Pym y un tal Dirk Petes logran reconquistar el barco y perdonan la vida a uno de los amotinados, un tal Carter. Pero una súbita tormenta deshace al Grampus. Los desdichados deben recurrir al canibalismo para sobrevivir. Son rescatados por la goleta Jane Guy, capitaneada por William Guy y cuyo principal objetivo era investigar las zonas inexploradas cerca del polo sur. Hacia allí se dirigen con el barco, logrando cruzar la barrera de hielo y descubriendo una extraña isla habitada por salvajes de piel negra y un inexplicable terror hacia todo lo blanco. Estos se muestras muy amistosos, pero finalmente mediante una trampa logran asesinar a toda la tripulación de la Jane Guy. Solo se salvan Dirk Peters y Arthur Gordon Pym.

Los dos sobrevivientes logran mantenerse con vida y descubren en la isla una serie de curiosas inscripciones, finalmente logran hacerse de una canoa con la que se lanzan a la mar en donde encuentran una irresistible corriente que los empuja hacia el sur, hacia el polo.
A medida que acercan al fin del mundo todo el entorno va cambiando, se ve una enorme columna de vapor en el horizonte, el agua toma un tinte lechoso y se calienta, cae sobre la canoa un finísimo y pálido polvo, decenas de aves gigantes y blancas gritan
¡Tekeli-li,Tekeli-li!

Sin dudas lo más sorprendente es el final, transcribo textualmente: “Entonces nos precipitamos en el seno de la catarata, que se entreabrió como para recibirnos. Pero he aquí que, a través de nuestro camino, se alzó una figura humana de proporciones mucho mayores que las de ningún habitante de la tierra, con el rostro velado; el color de su piel tenía el blanco purísimo de la nieve.

Eso es todo, en el añadido de Poe: Conjeturas, sólo figuraba la explicación de que Pym falleció sin escribir los últimos tres capítulos de la historia, además había una escueta explicación de las inscripciones halladas en la isla escritas en diferentes lenguas (árabe, etíope) y que sólo agrega mas misterio al asunto.

A título personal diré que las peripecias marítimas del señor Pym, a pesar de la innatural sucesión de momentos pavorosos, de situaciones inmersas en el más puro horror humano (claustrofobia y catalepsia, amotinamientos sangrientos, antropofagia y buques fantasma), muestran un realismo poco usual, un aire de veracidad al que sin duda contribuyen las continuos referencias documentalistas que salpican la novela.

Decidí entresacar algunos datos concretos de aquella amalgama:

-La trilogía marítima de Poe: Mensaje encontrado en una botella, Un descenso al Maëlstrom y Las aventuras de Arthur Gordon Pym, se distinguen por sus finales abruptos y casi idénticos. La leyenda que corría sobre el final de Poe decía que, ingresado en un hospital afectado de delirium tremens, en sus últimos momentos invocaba obsesivamente a un explorador polar, llamado Reynolds, que había servido de referente para su novela de aventuras fantásticas Las aventuras de Arthur Gordon Pym, y que al expirar pronunció estas palabras: “¡Que Dios se apiade de mi pobre alma!”.

-Los primeros capítulos de Las Aventuras de Arthur Gordon Pym de Nantucket comenzaron a publicarse por entregas en el Southern Literary Messenger en el año 1837, y se publicó como libro en 1838, solo 16 años después de que Davis pisara la Antártida.

-Poe (19 de enero de 1809 – 7 de octubre de 1849), quien finge ser el mero editor de Arthur, nos da noticia de "la reciente muerte de Mr. Pym, tan repentina como deplorable", lo que imposibilita la publicación de los dos o tres últimos capítulos de esta historia (imaginamos que Pym iría transcribiendo u ordenando sus diarios y apuntes previos para cada capítulo antes de su sucesiva publicación.)

-En el comienzo de la peripecia narrada, Arthur apenas tenía 18 años. Cuando se oculta de polizón en el ballenero Grampus, 19 y medio.

-Arthur Gordon Pym se precipita por polo sur el 22 de Marzo de 1828, es decir, con 20 y pocos. Pero Arthur habla en la novela de nueve años más de aventuras en el mar.

-El otro superviviente a la peripecia marítima sería Dick Peters, inaccesible allá en Illinois.

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En fin, las sesiones de hipnotismo prosiguieron. Al término aquella semana, Ernesto había declamado de principio a fin la obra de Poe, sin resquicios, en tiempo presente, como si estuviese viviendo todas esas peripecias en el momento de enunciarlas. Los presentes sólo podíamos escucharle, entre desorientados y fascinados. Sin embargo, la sorpresa mayúscula advinó al séptimo día, cuando el relato avanzó más allá de las últimas líneas transcritas por Poe.

(Extracto de la séptima sesión.)

E. – El gigante vadea en vano contra la corriente, tratando de zafarse del poder de un gran remolino cuyo vórtice se dispara hasta las entrañas de la tierra. ¡Ah, qué portentoso espectáculo! La catarata de bruma y agua pulverizada que hemos atravesado tiene su causa en el impulso de los océanos que se precipitan a través de este punto misterioso del orbe. Este gigante pálido, con una expresión boba de espanto, parece estar condenado a nadar sin esperanza, horrorizado por la idea de ser absorbido por el maëlstrom, como un Tántalo o un Sísifo. Nosotros, en cambio, en nuestra diminuta canoa, no tenemos oportunidad de resistir. En giros cada vez más cortos y vertiginosos, nos internamos bajo kilómetros de masas de agua, techos y paredes líquidas que amenazan con sepultarnos de un momento a otro.

(Fin del extracto.)

En lo sucesivo, el relato de Ernesto Valdemar presuponía que la tierra era hueca; que los polos, tan buscados, eran fantasmas, es decir, que consistían en aberturas en las extremidades norte y sur; que en el interior había vastos continentes, océanos, montañas y ríos; que la vida vegetal y animal era evidente en este nuevo mundo, y era probable que estuviese poblado por razas desconocidas para los habitantes de la superficie terrestre; que existiría un pequeño astro central que proporcionaría energía a los continentes intraterraqueos. Todo aquello poseía nombres: el reino de Agartha, la ciudad del Arcoiris cerca del polo sur, la ciudad de Shamballah, nueva Thule cerca del polo Norte… Por tres días más se sucedió la narración, las crónicas de esas aventuras, y para mí no había duda de que nos hallábamos antes los tres últimos capítulos prometidos a Poe y que nunca llegaron a sus manos. Ocho años vagaron Arthur Gordon Pym y Dirk Peters por aquel reino legendario, combatiendo a tribus subdesarrolladas, urdiendo complots contra los faraones, enfrentándose a los setenta y dos sabios de Agartha que sometían cruelmente a sus súbditos, explorando la Intra-tierra y, finalmente, llegando a contemplar en toda su magnificencia el sol que late en su centro.

El joven Ernesto experimentó una gran mejoría a lo largo de las sesiones, como si el testimonio le hubiese librado de algún gran peso en el alma.. Cuando di por concluida mi tarea, hablé primero con los padres:

-Ignoro si nos encontramos ante un auténtico caso de reencarnación. He hecho buscar por toda la casa algún ejemplar del libro en cuestión o a la persona de algún conocedor de Poe de los que su hijo hubiese podido valerse para urdir un engaño, pero sin resultados concluyentes. Es muy significativo ese antojo en la nuca de su hijo, que pudiera muy bien reproducir la cicatriz que Pym obtuvo en su aventura con la Ariel. Lo único que puedo decirles es que las fiebres han remitido y, si me aceptan un consejo de amigo, mejor sería que le dejasen hacer su vida, esto es, hacerse a la mar, no vaya a ser que ocurra como con el auténtico Pym, que se marchó de casa sin despedirse de sus familiares.

Después hablé con el propio Ernesto:

-Ernesto, no hallo indicios de impostura en ti. Pareces un buen muchacho. Pero la prueba que tienes ante ti es muy dura. Debes encontrarte a ti mismo, más allá de lo que esa segunda personalidad tuya viniese a dictarte. Ese Pym, si es que existió, ya contó con su oportunidad en la vida. Debes ser tú quién aproveche la presente.

Conservo con afecto y reverencia una copia de los tres extensos capítulos, anexos a la novela original. No soy un hombre crédulo, pero acaso tal vez algún día algún explorador avezado aporté evidencias de todas esas maravillas y prodigios que reveló este Pym apócrifo y entonces… entonces los que habitamos la cara externa de la tierra nos echaremos a temblar.

Notas:

1. (París, 1825 – Montsauce-les-Settons, 1893), neurólogo y profesor de anatomía patológica, titular de la cátedra de enfermedades del sistema nervioso, miembro de la Académie de Médecine (1873) y de la Académie des Sciences (1883). Fundador junto a Guillaume Duchenne de la neurología moderna y uno de los más grandes médicos franceses.

2. James Braid (1795- 1860) publicó en 1843: Neurypnology: or the Rationale of Nervous Sleep, su primer y único libro, donde expuso sus ideas al respecto. En él acuñaba los términos hipnosis, hipnotizar e hipnotizador, que todavía hoy siguen en uso. Braid definió la hipnosis como un "sueño nervioso" sustancialmente diferente al sueño corriente. El método más eficiente para inducirlo era fijando la mirada en un objeto brillante en movimiento a pocos centímetros de los ojos. Braid observó que la reacción fisiológica que propiciaba el estado de hipnosis era una sobre-excitación de los músculos del ojo lograda mediante una fuerte concentración de la atención.

3. (1803-1892) fue uno de los primeros hipnotizadores.

4. (1734 – 1815.) En 1779, Mesmer publicó su Memoria sobre el descubrimiento del magnetismo animal. En veintisiete artículos exponía su doctrina y el texto se transformó en la carta fundamental en la que se apoyan todos sus fieles. Se apoyaba en el postulado de que existiría un fluido universal que interactuaría con los cuerpos celestes y otros cuerpos animados. Esta influencia mutua tendría como resultado un flujo y un reflujo que actúan sobre los hombres, insinuándose en la sustancia de los nervios. De acuerdo con esta teoría, todas las enfermedades provendrían de una mala repartición de este fluido al interior del cuerpo. Al ser la unión entre el hombre y el universo del mismo tipo que aquella existente entre los objetos imantados, sólo se necesitaría drenar dicho fluido por medio de un imán (magnetismo mineral) para restablecer el equilibrio en el organismo. Entre los años 1783 y 1784, el mesmerismo se transforma en la curación "de rnoda" y es entonces que la Facultad de Medicina obtiene que se dicte una prohibición de las sesiones, lo que despierta la cólera de los pacientes y de la opinión pública. Sus discípulos, entre ellos el marqués de Puysegur, continúan con su obra. En 1784, Puysegur se sorprende al ver que sus pacientes se duermen cuando les hace la imposición de las manos. Es así como descubre el fenómeno del sonambulismo artificial, el que llama "sueño espasmódico". El cirujano inglés James Braid reemplaza en 1843 la palabra sonambulismo por hipnotismo. Finalmente, el profesor Charcot (1825‑1893), un neurólogo que ejerce en el Hospital de la Salpetriere, utiliza a su vez el hipnotismo en sus terapias. El mesmerismo, fuertemente atacado por los médicos durante la vida de su creador, conoce entonces una larga descendencia en el seno de la medicina oficial.