martes, 17 de junio de 2008

sábado, 14 de junio de 2008

M. Night Shyamalan.

The happening me ha dejado impresionado.
Aquí dejo plasmadas unas breves reflexiones, plagadas de spoilers:

The Happening supone, según mi opinión, un punto de inflexión en la obra de Shyamalan y esto por dos motivos:

1. A lo largo de su obra fantástica, sus argumentos han ido poblándose con un número creciente de personajes, hasta presentarse casi como una obra coral en La Joven del Agua; el planteamiento de esta nueva obra, ha desmantelado esta posibilidad: la posibilidad de un grupo humano vinculado a una misma tarea, con un papel predefinido que desempeñar. The happening es la representación de una huida, de un éxodo cada vez más individual, en dirección al ojo del huracán. El marco para el desenlace de este film es crucial, porque es el lugar donde ya ha ocurrido lo que está ocurriendo, que es aquello de lo que huyen los protagonistas; es un lugar que, a causa de su moradora (una mujer aislada voluntariamente), es muy similar a lo que debió ser el Paraíso. El mundo mismo podría convertirse en un lugar tan ajeno al hombre como el Paraíso, a tenor de la reiteración del “incidente” en Francia.

“Dios era como un viento a ras de las aguas”, se nos dice al comienzo del Génesis. Más tarde, se nos habla del Paraíso y de la creación de Adán y Eva. Es inexacto pensar en el Edén como en un país de Jauja, y en los dos Padres de la humanidad, criaturas con las yemas del creador recién marcadas en su sustancia, como sacados del “mito del salvaje”. En el Paraíso, un jardín en el este, estaban plantados los árboles de la vida y de la ciencia del bien y del mal. Sería un lugar más bien hostil a los hombres, tal como se han ido devaluando tras la caída, y ello en primer lugar porque hubo sido dispuesto como hogar de los que no tienen voluntad (“Eva sí demostró tener voluntad desobedeciendo a Dios”, se dirá, pero lo cierto es que fue necesario un agente externo –la serpiente- para que esa idea fructificase en ella, y no se trata aquí de la voluntad de decidir entre dos cosas ya dadas).

2. El incidente es un suceso crudamente natural (el suceso dura dos días, y como todo lo natural, tiene un pico máximo y un descenso abrupto) que supone la supresión de la voluntad creadora en los seres humanos. Y sin duda, su efecto más sobrecogedor es que nadie puede ayudar a nadie ante esto, nadie puede impedir que alguien a su lado se quite la vida. Y más aún, a medida que las hipótesis se van sucediendo, lo que se nos antoja como un lujo en nuestra actual sociedad se va planteando como la única salvación posible: el individualismo extremo, la soledad compartida.

Ahora bien, la clave en este argumento no es que no se brinde una explicación clara para el suceso y que sólo sea una excusa para narrar acerca de las reacciones de los personajes (se ha abusado últimamente de este recurso cinematográfico, ese refuerzo de la simple sugerencia o el origen eludido, justamente porque ha sido mal entendido), sino la indagación en los efectos del suceso mismo, independiente de aquellas reacciones: el incidente se despliega a pesar de todas las teorías, interpretaciones, (super)poderes y emociones humanas. Por esto se puede hablar de ella como de una película apocalíptica (de “Apocalipsis” en su sentido de “Revelación”) –y la más lograda de las que haya visto hasta ahora, muy alejada de las superproducciones reconocidas-. Se advierte que Shyamalan no aparece en esta película, pero sigue siendo el sujeto de tales Revelaciones.

El Génesis y el Apocalipsis se concitan en el final de esta obra genial. Si bien es cierto que adolece de puntos flacos y atajos, aquí barajo la muy subjetiva teoría de que son debidos a motivos puramente externos que han afectado al ánimo del creador: antes que nada, la legión de blogueros e internautas sabelotodos que se suben al carro de ponerlo a parir, que van a ver sus pelis para luego clamar al cielo por semejante estafa, gente que hace gala de su poco ojo para el cine. Y después, las productoras que dan su brazo a torcer ante la plebe, que no se entera de nada ni va a enterarse en su puta vida, y procura obtener productos fácilmente digeribles.

Pero quería hablar del final: Hay una recreación del mito órfico espléndida y emocionante. El protagonista se entrega a la muerte más absurda –la muerte a manos de uno mismo, sin sentimiento ni duelo, como si el alma lo hubiese abandonado a uno o nunca la hubiésemos poseído- para morir junto a su amada. La música es sublime. Imagina uno muchas cosas entonces, pero que Alma, esa mujer extraña que esconde sus sentimientos, salga con la niña, queriendo compartir algo por fin… Y esa ternura sin excesos de la que hacen gala, cuando se encuentran en mitad de la naturaleza, y no saben qué decirse…

Me pregunto ahora: ¿Dios está en lo que pasa, en lo que transcurre de un modo fortuito? ¿O sólo puede asomarse a lo que ocurre cuando ya está todo cumplido? No hay nada más alejado de la idea de dios que la posibilidad de un mundo caprichoso: la Revelación que se produce aquí es la de un fin absolutamente natural del mundo, que surge de lo cotidiano, que abre ante nosotros la cotidianeidad como el océano más peligroso, más letal. Entonces, ¿podría tratarse de una película atea, puesto que es presumible que dios ni siquiera esté en el corazón de los hombres como amor?

Todo este escrito muy seguramente se trate de una sarta de incoherencias o impresiones deslavazadas o poco fundamentadas, que yo mismo pueda discutir dentro de unos días, pero me han sido suscitadas por esta película, y ese es uno de los grandes valores que reconozco en una obra.