sábado, 22 de marzo de 2008

Let there be rock!!!

En el principio

Allá por el cincuenta y cinco

El hombre no sabía lo que era un espectáculo de rock n´roll

Y toda esa movida

Los blancos tenían su ritmo alegre

Los negros tenían su ritmo triste

Nadie sabía lo que estaba por surgir

Hasta que Tchaikovsky trajo la buena nueva

Él dijo:

Hágase la luz, y hubo luz

Hágase el sonido, y hubo sonido

Hágase la batería, y hubo batería

Hágase la guitarra, y hubo guitarra

Hágase el rock

Y así fue

Como el rock n’roll nació

Por toda la tierra, las bandas de rock

Provocaban tormentas

Los guitarristas se hicieron famosos

Los representantes se hicieron ricos

Y en cada bar tocaba una superestrella

Con el prurito del séptimo año

Había quince millones de dedos

Aprendiendo a tocar

y si ahora pudierais oírlos puntear

esto es lo que vendrían a expresar:

Hágase la luz

El sonido

La batería

La guitarra

Hágase el rock

Una noche en un club llamado “La mano convulsa”

Tocó una banda de rock a noventa y dos decibelios

La música era buena y era estruendosa

Y el cantante se volvió al público para gritar:

Hágase el rock


domingo, 16 de marzo de 2008

MASTERPLAN. "After this war."

¿No sufrí bastante cuando sentía que tu amor se esfumaba

Y que ya no querías estar junto a mí?

Te marchaste, sin que pudiese entenderlo,

Y ahora, regresas

Me duele tenerte cerca

El estrépito del silencio colma el aire

Tendría que superar esto

Pero el café se derrama sobre mis zapatos,

aún consigues que me tiemble el pulso

Mi corazón está marchito y triste

Cómo podría volver contigo después de un combate así

Mis sentimientos se enmarañan, cariño

Por qué quieres hacerme más daño

incluso después de la guerra

¿Sabes? Esta lucha que no puedo enmascarar

Y de la que nuestras almas nunca podrán reponerse

Me ha hecho comprender que esto debe ser el final,

Que tengo que dejar nuestro pasado atrás

Si quiero empezar otra vida, mi nueva vida

Debo marcharme, cariño, esta vez seré yo el que se vaya.

Cómo podría estar contigo después de una guerra así

Mis sentimientos se enmarañan, cariño

¿No quieres darme un poco de paz

Después de la guerra?

Por qué regresaste, mi amor

Por favor dímelo, no lo entiendo

Es para hacerme daño otra vez

Todo esto después de la guerra ...

Pero no –maldita sea mi estampa-

No puedo dejar que te vayas.

Las apenas aventuras paranormales de Piter y Eagle 1.



miércoles, 12 de marzo de 2008

lunes, 10 de marzo de 2008

Abracadabra.

Recobró la conciencia. Se descubrió apresado a una silla con cinta de embalaje, con las manos y los pies bien afianzados, en un estrecho garaje. Un pre-adolescente se encontraba frente a él. Lo examinaba con ojos crueles y sus manos sopesaban un bate de béisbol.

-Mago –se limitó a decir.

Alejandro Orozco sacudió la cabeza tratando de despejarse por completo. ¿Qué había pasado? ¿Podía ser que lo hubiesen drogado? ¡Esos críos cabrones! Habían llegado a su puerta vendiendo limonada y se le había antojado una situación tan cursi y tan exótica para el Aljarafe que había permitido que le sirviesen un vaso. Después de eso, no recordaba más.

-¿Qué pasa, qué mierda pasa aquí?

El chaval dejó de darse golpecitos con el bate en la palma de la mano y dirigió la punta al rostro de Alejandro.

-Pasa que nos vas a contar el secreto.

La puerta se había abierto unos instantes antes. Una niña había hecho acto de aparición, exhibiendo una sonrisa incómoda como un cuadro torcido. Aprovechó para intervenir:

-¿Cómo hizo aquel truco, señor López?

-¿Qué truco, niña? ¡Ya no hago magia!

La niña no era ni guapa ni fea. Llevaba puesto un viejo delantal. Se le aproximó con las manos entrelazadas a la espalda, con una pose siniestramente infantil.

-El truco. Lo hizo usted una vez, en los ochenta. Alguien que estaba en la sala lo filmó y ahora el vídeo está colgado en Youtube. Me estoy refiriendo al truco del conejo en la chistera.

Alejandro, a quien se le escapaba lo comprometido de su situación (“¡Eran simples chicos, por todos los santos! ¿Qué maldades irían a hacerle?”), soltó una risotada tras considerar la petición.

-¡La explicación de un truco tan viejo la podéis encontrar en cualquier parte! Venga, soltadme. Os prometo que no tomaré represalias.

La chica, sin dejar de sonreír, se colocó tras él. Mientras lo hacía, Alejando vio por el rabillo del ojo como sacaba unas tijeras del bolsillo del delantal. Antes de que pudiese siquiera alarmarse, la chica, con un rápido movimiento, le atrapó la oreja izquierda y le asestó un corte. Fue un tijeretazo súbito y tierno, un pasaje metálico en la carne. La chica pasó a mostrarle inmisericorde el lóbulo de su oreja.

-HIJADEPUTA

La chica ya no sonreía. Lanzó el trocito de carne sobre su cabeza y dijo:

-No nos trate como si fuésemos imbéciles. A mí me gusta cortar trocitos, pero Pedro no pondrá ningún reparo en romperle todos los huesos del cuerpo.

Alejandro seguía gritando y agitándose en la silla, maldiciendo y blasfemando. La chica hizo una señal al susodicho Pedro y éste ni corto ni perezoso le bateó una de las rótulas. El cuerpo de Alejandro se sacudió con un espasmo supremo y un grito inarticulado se ovilló en su garganta. La chica observaba sus muecas y contorsiones con aire divertido. Esperó unos segundos antes de continuar:

-Mire, no somos unos profanos. Nos hemos documentado abundantemente sobre el tema. Pero usted introdujo una variación que no está registrada en ningún lugar y que ciertamente parece magia auténtica. Cuéntenos.

-Es… es un doble fondo y…

-¡Pedro!

Pedro se aprestaba a batear de nuevo. Alejandro reaccionó alarmado.

-No, no. Está bien, está bien ¿Qué es exactamente lo que queréis saber?

-Ni en las clavículas de Salomón, ni en los cuadernos de X… No hemos encontrado ni una sola pista. ¿Cómo puede ser?

-Es complicado de explicar, ni yo mismo lo comprendo muy bien –el rictus severo de la niña lo animó a intentarlo: - Nací, nací con un don: veis mis manos, mis dedos, pero no podríais verlos, eran invisibles.

-¿Qué cosas?

-Los hilos que salían de las puntas de los dedos.

-¿Hilos? ¿Como telarañas? –la niña parecía muy dispuesta a creer.

-Podría ser… Pero no sabía adónde iban a parar, de qué forma se conectaban con el todo. Todo, la realidad, es como un tapiz, un bordado muy complicado.

-Ajá. Siga.

-Cuando lograba accionar esos hilos, prestidigitar, podía crear, alterar estados de cosas... Como ese conejo.

-¿Es usted una especie de sastre?

-Algo así. O mejor, una hilandera. No lo sé. La cuestión es que, cuando traspasaba ciertos límites, algo inesperado se trastocaba también, como si, para confeccionar lo mío, hubiese tirado del cabo que prendía de un chaleco hasta deshacerlo por completo.

-¿Qué ocurrió?

-Mi ayudante era también mi prometida. Jamás le conté que hacía magia de verdad, no quería que me tomase por loco. Hice el truco un par de veces. Ella murió algunos meses después de aquella actuación.

-¿Cómo murió?

-Las células se le disparataron. Fui yo, estoy seguro. Tiré de sus hilos para… para crear un conejo de la nada –las mejillas de Alejandro se mojaron de lágrimas silenciosas.

-¿No pudo hacer nada para…?

-¿Para salvarla? Se consumió en un chasquido, en un santiamén. Pero sí, intenté muchas cosas, active infinidad de resortes… Si sucedió algo, no he logrado averiguarlo; era un ciego soñando con tejer filigranas.

-¿Por qué no volvió a practicar la magia?

-No merece la pena –respondió Alejandro, mostrando un hondo desaliento.

-Pero, ¿ya no tiene esos hilos saliendo de sus dedos?

-No, se marchitaron cuando dejé de usarlos, de ser consciente de ellos. Acabaron por desprenderse.

-¡Pero eso no es posible! –un punto de histerismo resonó en la voz de la chiquilla.

-Lo siento, pero es así – Alejandro comenzó a asustarse.

-No, no. Entiéndame. Esos hilos no podían vincularse tan sólo a la punta de sus dedos.

-Có… cómo dices

-¡Escuche! Si esos hilos comunican unas cosas con otras es como si fuesen interminables, infinitos. Eso quiere decir que ¡se gestaban en su interior! Están ahí dentro, se pueden recuperar de nuevo –señaló con las tijeras su torso.

Alejandro Orozco pudo percibirlos por fin, el pavor creciente le abría de nuevo los ojos: una maraña de ominosos hilos que surcaban el espacio, activados por él mismo hacía muchos años para acabar cosiendo en aquel par de criaturas un único cometido en la vida, un sentido definitivo para sus existencias: el de ir seccionándolo poco a poco, recortándolo con meticulosidad, para rescatar la magia en el fondo de su ser.

miércoles, 5 de marzo de 2008

The Alchemist

Magnífico trabajo de Bruce Dickinson: The Chemical Wedding, del año 98. Un diez, redondo, épico y lírico a la vez, duro y emocionante. Inspirado en la obra de William Blake, aquel visionario. Con un colofón egregio -que también traduzco- para aquellos que tienen la paciencia suficiente, ese primer peldaño hacia la sabiduría. Mi hermano se apercibió de ello antes que nadie.

EL ALQUIMISTA.

Enjuagad las tinieblas con lluvia de plata
No lo demoréis No tratéis de obviarlo

Sulfuroso y ardiente borbotea el sol
en el comienzo de la creación:
Por una ventana en el oeste,
se asoma
el astro dorado
En Tauro comenzamos
y la escalera por fin se asienta

No tratéis de culparme de vuestros pecados
a pesar de que el sol me haya ennegrecido
Vuestras vidas vacías, junto con este mundo en que habitamos
Lo arrojaré de vuelta

Un dragón de cuatro cabezas por cada grado del fuego
Con el propósito de purificar lo insalubre,
de reportar la solución siempre más elevada
Reunid a los elementos,
esparcidlos alrededor de mi cabeza
traedme los cadáveres de los hombres que enloquecieron
y los repartiré entre vosotros como pan ácimo


No tratéis de culparme de vuestros pecados
a pesar de que el sol me haya ennegrecido
Vuestras vidas vacías, junto con este mundo en que habitamos

Lo lanzaré de regreso

No tratéis de culparme de vuestros juegos
Vuestros juegos son la muerte
Mi mundo es la luz
los ángeles desbordan mis pupilas
en cada respiración

Y de este modo nos encontramos
Yaciendo en la misma tumba
consumando nuestras bodas alquímicas

(...)

Y todo este mundo vegetal apareció en mi pie izquierdo
Como una sandalia resplandeciente, imperecedera,
conformada de
oro y piedras preciosas
Me detuve y me la terminé de atar
Para poder proseguir mi marcha a través de la eternidad