lunes, 1 de diciembre de 2008

Los casos de Antonio Rumor, el detective redivivo. Capítulo 1.


Aquel puñetazo había sido fulminante: Antonio Rumor se desmadejaba sin remedio bajo el posterior aluvión de golpes. Los tres matones que le estaban zurrando venían de parte de Maldonado, un mafioso que había sido comprometido por unas fotografías en su último trabajito: un político le había encargado hacerse con pruebas de infidelidad conyugal, y el amante ilícito había resultado ser el tal Maldonado. No era la primera vez que Antonio “cobraba” de esa forma, pero esos mamones se estaban ensañando.

Sorbiéndose la sangre, logró un resuello para apostrofar:

-Eh, no os lo estaréis tomando como algo personal, ¿no?

-¡Ah, cabrón! –uno de ellos picó el anzuelo. Y recalcó lo próximo con una patada en el costado: -Por fin me recuerdas, ¿eh?

-Ilústrame, hombre –gimió en cuanto recuperó la respiración.

-Por tu culpa me quitaron la paga, hijo de puta chivato asqueroso.

La existencia de un detective discurría entre los detritus morales de sus semejantes: estafadores acémilas y fanfarrones de vientre flojo solían ser los elementos más comunes del paisaje. Captó de soslayo los rasgos de su interlocutor, vulgares, incluso mongólicos. No había nada interesante que escudriñar, aquel tipo era un perro rabioso. Sus adiestrados dedos ya acometían su función: teclear dentro del bolsillo de su chaqueta el número de emergencia.

-¿Y entonces…?

-Entonces, voy a partirte el cráneo.

Y sin más dilaciones, el tipo sacó una cachiporra y comenzó a machacarle la cabeza.

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