miércoles, 5 de marzo de 2008

The Alchemist

Magnífico trabajo de Bruce Dickinson: The Chemical Wedding, del año 98. Un diez, redondo, épico y lírico a la vez, duro y emocionante. Inspirado en la obra de William Blake, aquel visionario. Con un colofón egregio -que también traduzco- para aquellos que tienen la paciencia suficiente, ese primer peldaño hacia la sabiduría. Mi hermano se apercibió de ello antes que nadie.

EL ALQUIMISTA.

Enjuagad las tinieblas con lluvia de plata
No lo demoréis No tratéis de obviarlo

Sulfuroso y ardiente borbotea el sol
en el comienzo de la creación:
Por una ventana en el oeste,
se asoma
el astro dorado
En Tauro comenzamos
y la escalera por fin se asienta

No tratéis de culparme de vuestros pecados
a pesar de que el sol me haya ennegrecido
Vuestras vidas vacías, junto con este mundo en que habitamos
Lo arrojaré de vuelta

Un dragón de cuatro cabezas por cada grado del fuego
Con el propósito de purificar lo insalubre,
de reportar la solución siempre más elevada
Reunid a los elementos,
esparcidlos alrededor de mi cabeza
traedme los cadáveres de los hombres que enloquecieron
y los repartiré entre vosotros como pan ácimo


No tratéis de culparme de vuestros pecados
a pesar de que el sol me haya ennegrecido
Vuestras vidas vacías, junto con este mundo en que habitamos

Lo lanzaré de regreso

No tratéis de culparme de vuestros juegos
Vuestros juegos son la muerte
Mi mundo es la luz
los ángeles desbordan mis pupilas
en cada respiración

Y de este modo nos encontramos
Yaciendo en la misma tumba
consumando nuestras bodas alquímicas

(...)

Y todo este mundo vegetal apareció en mi pie izquierdo
Como una sandalia resplandeciente, imperecedera,
conformada de
oro y piedras preciosas
Me detuve y me la terminé de atar
Para poder proseguir mi marcha a través de la eternidad

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