jueves, 8 de mayo de 2008

Capítulo 1.

1. Huída de Arvenia. Noche de tormenta. Los endriagos del Gerión: la Guardia Mutilada. La heroicidad de Nieder Leenden.

En la noche tempestuosa, tres de aquellas cosas con la cualidad de pólipos tentaculados se derramaban por los tejados de la ciudad de Arvenia. Un relámpago crepitó en los cielos y las iluminó: aunque había porciones de humanidad en ellas, eran las mínimas. Una mano ansiosa señaló con un dedo la ventana iluminada de una buhardilla al otro lado de la callejuela. Comenzó a llover. Las formas se precipitaron en el vacío y aterrizaron con sonidos chasqueantes en las tejas, docenas de las cuales se desprendieron y se hicieron añicos contra el empedrado. Los tentáculos de uno de los asaltantes destrozaron los cristales y lo deslizaron hacia el interior para encontrarse… ¡Con nadie! ¡Las presas habían huido! El lugar estaba atestado de material científico. Un grueso volumen se hallaba abierto sobre el escritorio. De pronto, un siseo dio la alarma en el exterior: una de las criaturas había divisado a los fugitivos a un par de calles de distancia. Sin perder un segundo, los endriagos se lanzaron en pos de ellos.

El profesor Grauber frisaba los sesenta años de edad y aquella repentina lluvia tumultuosa le martirizaba las articulaciones. Sus dos acompañantes hacían lo posible por que no aminorase el paso. Los hangares quedaban ya cerca, pero no lo suficiente como para sentirse a salvo. Para colmo de males, Nieder Leenden, su ayudante, creyendo haber escuchado un estrépito, forzaba aún más la marcha.

-No puedo más… - Hauff Grauber trastabilló y se quedó apoyado en una esquina.

-Ánimo, profesor, falta poc… - Nieder Leenden calló de forma súbita. Su rostro empapado estaba vuelto hacia lo alto. La lluvia arreciaba y los rayos se intensificaban. Acababa de descubrir siniestras siluetas que saltaban y salpicaban por los tejados. -¡Rápido, profesor! ¡Nos han visto!

La carrera subsiguiente fue imposible de procesar para Grauber, de miembros desmañados y azotados por el vértigo, y sólo el pánico y la energía de Nieder Leenden pudieron sostenerla. El pequeño dirigible –el casco de una elegante barcaza- se hallaba preparado para el viaje desde el día anterior. La razón para demorarlo se había debido a unos inaplazables ajustes en el revolucionario artefacto del profesor. Nieder Leenden lo ayudó a subir por la escala y él mismo se disponía a hacerlo cuando unos ladridos-bufidos-llantos-gimoteos resonaron en el umbral del hangar. Giró sobresaltado la cabeza y descubrió a tres sicarios del Gerión, el gran sacerdote de taumaturgia, abalanzándose hacia ellos con movimientos untuosos y ondulantes. Aquellos endriagos que otrora fueron hombres, habían sucumbido al poder que suponían el inflingirse la auto-mutilación y la atadura de entidades supranaturales: sólo un resto de carne nacida de mujer habían tenido el cuidado de conservar, para no ingresar por completo y sin remedio en el otro oscuro mundo, mientras que todo lo cercenado había resultado sustituido por apéndices imposibles, de consistencia apenas material, lúbrica y estomagante.

-¡Demonios! –escupió Nieder y se apresuró a subir. - ¡Suelte las amarras de babor, profesor!

Los endriagos ya se encaramaban a la nave. El esforzado joven se había hecho con un bichero y golpeaba sus masas serpenteantes mientras que Grauber cortaba las amarras con un destral. De inmediato, el dirigible se elevó de un modo abrupto de aquel lado.

Si embargo, uno de los atacantes había conseguido izarse hasta la cubierta y acorralar al profesor, y los otros dos casi lo habían conseguido. Por un milagro, el vuelco hizo que un tonel de agua rodase y se estampase contra estos, devolviéndolos de nuevo a tierra. Nieder tomó una decisión a la desesperada y, confiando en el destino, procedió a desclavar las bitas de estribor haciendo palanca con el bichero. La última se desprendió por fin con un crujido de la borda y el dirigible se alzó con una violenta sacudida.

Manteniendo a duras penas el equilibrio, corrió a auxiliar al profesor, quien procuraba alejar de sí a la aberración por medio de torpes hachazos. Nieder Leenden lanzó un aullido desesperado y acertó con su arma en un brazo todavía humano, sus partes más vulnerables. El endriago aulló y, encarando al audaz, lo aprehendió por el cuello con uno de sus sinuosos apéndices. Nieder se vio zarandeado por los aires y arrojado brutalmente sobre la cubierta; su cabeza rebotó cruelmente contra el mástil y ya no se movió.

No fue en vano su arrojo: había dado oportunidad al profesor de dirigir un certero golpe contra la frente desnuda del endriago. La cosa quedó unos segundos perpleja, tratando de mirar el filo que penetraba en su cráneo, y finalmente quedó esparcida en el maderamen entre débiles convulsiones.

El dirigible abandonó el hangar ante los gritos frustrados de los dos endriagos y pronto, sacudido por rachas de viento y lluvia, se suturó a la piel de la noche.

3 comentarios:

barbariccia dijo...

Tío, perfecto...está de puta madre colega. Llevo esperándo esto muuuuuchooo tiempo, y al parecer la espera vale la pena. Lo mejor de todo, es el modo de narrar que tienes, la lectura no da trompicones, se pasea por las letras de una manera fresca, es la ostia. Me parece estupendo ese estilo folletinesco a lo Dumas, y la trepidante acción con la que comienzan las que se prometen unas aventuras magníficas...Agui, es hora de ganar pasta...quiero esa novela en formato de papel, o de cómic, o en un disco...pero la quiero tío porque engancha de verdad. ¡Bravo hermano!

barbariccia dijo...

Tío, perfecto...está de puta madre colega. Llevo esperando esto muuuuuchooo tiempo, y al parecer la espera vale la pena. Lo mejor de todo, es el modo de narrar que tienes, la lectura no da trompicones, se pasea por las letras de una manera fresca, es la ostia. Me parece estupendo ese estilo folletinesco a lo Dumas, y la trepidante acción con la que comienzan las que se prometen unas aventuras magníficas que no pierden en ningún momento todo un alo poético en esos nombres, conocidos ya desde hace mucho tiempo, pero que ahora se muestran como son en verdad...novedosos, mágicos..vaya homenaje a la imaginación...Agui, es hora de ganar pasta...quiero esa novela en formato de papel, o de cómic, o en un disco...pero la quiero tío porque engancha de verdad. ¡Bravo hermano!Tío todo el mundo sabe que cantas de puta madre, pero de verdad, escribes que da gusto...eres mucho mejor escritor, y eso que cantando no tienes igual. Se que estás cansado de que te ensalcen a cada instante, no me gusta hacerlo, pero es verdad colega, y ya sabes...más amigo de la verdad que de Platón. Trabaja fiera

Eupesio dijo...

Muy guapo gran Nieder Leenden,es asi vivo,de batallas entre monstruos-engendros de gran vigor y belleza,envuelto en una atmosfera de oscuro azul,humedo,mojado.Muy enganchante la batalla de antes de zarpar la nave,muy guapa la descripcion de los personajes,de los bichos,ese entorno mojado,algo frio,ventoso,tempestuoso.El hombre que comia cornetas.