lunes, 18 de febrero de 2008

Los pecados del padre.

Los padres comieron agraces y los hijos sufrieron dentera.
"¿Acaso soy el guardián de mi hermano?", cuestionó Caín a Yahvé. Y nosotros, acaso, ¿somos los guardianes de nuestros padres? ¿Dónde está la raíz del pecado? Con una hoz la cercenaría. Mostradme ese árbol de la ciencia y con gusto lo incendiaría, para que nadie hubiese tenido oportunidad de pecar. Y, en razón de semejante acto, para mí no habría infierno, ni vagar por tierras valdías. Mi castigo sería inimaginable, puesto que habría borrado de la faz de la creación la esperanza en que la gente termina aprendiendo, comprendiendo, más pronto o más tarde. Nadie aprende, jamás; nadie cambia, jamás. Heme aquí cargando con los desvelos de mi padre ante las puertas de Tebas. ¿Cómo me desharé de esta carga: triunfando donde él no pudo o siendo derrotado?

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