lunes, 18 de febrero de 2008

Signos del martirio.

Un brazo amputado se le presentó y le habló con la voz de los justos.
Un brazo amputado se le presentó y le habló con la voz de los justos. Era un santo, un truculento santo. La identidad de un santo cuyo nombre se desconocía, el macabro rastro de santidad que provenía de un mártir anónimo.
Los santos venían a él y le hablaban. Los santos eran espeluznantes, pero eran las santas las que presentaban un aspecto más terrorífico. Los signos del martirio hablaban por ellos. Meditaba en que la cara más crucial de los signos era el significante porque, si son lo bastante poderosos -como ocurría con estos-, imprimían la imagen acústica en la mente, el sonido de la Justicia, que dice sin el deber de significar.

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